Depresion: Lo que debe saber (II)
El número de mujeres que sufren de depresión
grave y distimia es el doble que el de los hombres. Esta
proporción de dos a uno no depende de factores raciales o culturales
ni de la situación económica. La misma proporción existe en otros
diez países del mundo.11
El mismo número de hombres y mujeres padecen de trastorno
bipolar (maniaco-depresión), pero las mujeres típicamente
tienen más episodios depresivos y menos episodios de manía. Asimismo,
un número mayor de mujeres padece de una variedad de ciclos rápidos
del trastorno bipolar, que puede ser más resistente al tratamiento
estándar.5
Se sospecha que una variedad de factores únicos
en la vida de la mujer juegan un papel muy importante en la depresión.
La investigación hoy en día se concentra en entender estos factores,
que incluyen: factores reproductivos, hormonales, genéticos o biológicos;
el maltrato y la opresión; factores interpersonales; y ciertas características
psicológicas y de personalidad. Aun así, las causas específicas
de la depresión en la mujer no son claras, ya que muchas mujeres
que han sido expuestas a estos factores no sufren de depresión.
Lo que sí está claro es que independientemente de los factores que
contribuyen a la misma, la depresión es una enfermedad para la cual
disponemos de varios tratamientos eficaces.
Las variadas dimensiones de la depresión en la
mujer
Los investigadores se están concentrando en las
siguientes áreas al estudiar la depresión en la mujer:
1. Adolescencia
Antes de la adolescencia, casi no hay diferencia
en la incidencia de depresión entre los niños y las niñas. Pero
entre las edades de 11 y 13 años hay un alza precipitada en la incidencia
de depresión en las niñas. Al llegar a los 15 años, las mujeres
tienen una probabilidad dos veces mayor que los varones de haber
experimentado un episodio depresivo serio.2
Esto ocurre en un momento durante la adolescencia en el que los
roles y las expectativas cambian drásticamente.
Los factores de estrés durante la adolescencia
incluyen la formación de una identidad, la sexualidad en desarrollo,
la separación del adolescente de los padres, y la toma de decisiones
por primera vez. Todo esto se suma a otros cambios físicos, intelectuales
y hormonales. Estos factores de estrés son generalmente diferentes
para los varones, y en las mujeres pueden estar relacionados con
la mayor incidencia de depresión. Hay estudios que demuestran que
durante el bachillerato las niñas tienen tasas de incidencia más
altas de depresión, trastornos de ansiedad, trastornos de alimentación,
y trastornos de desajuste emocional que los varones. Los hombres,
por otro lado, presentan una tasa más alta de trastornos de comportamiento
disruptivo.6
2. Edad adulta: Relaciones interpersonales y
roles en el trabajo
El estrés en general puede contribuir a la depresión
en las personas que estan predispuestas biológicamente a la enfermedad.
Algunos investigadores proponen la teoría de que la alta incidencia
de depresión en la mujer no se debe a una mayor vulnerabilidad,
sino a las situaciones de estrés que muchas mujeres enfrentan. Estos
factores de estrés incluyen las responsabilidades primordiales en
el hogar y el trabajo, ser madre soltera, el cuidado de los niños
y padres ancianos. No se entiende todavía del todo de que manera
estos factores afectan específicamente a la mujer.
Tanto en las mujeres como en los hombres, la incidencia
de depresión grave es mayor para los separados y divorciados, y
menor para los casados; pero mayor para las mujeres en ambos casos.
La calidad de un matrimonio, sin embargo, puede contribuir significativamente
a la depresión. Se ha demostrado que la falta de una relación de
intimidad y confianza, en combinación con problemas maritales graves,
están relacionados con la depresión en la mujer. De hecho, se demostró
que las tasas de incidencia de depresión más altas son en las mujeres
con matrimonios infelices.
3. Acontecimientos relacionados con la sexualidad
femenina
Estos incluyen el ciclo menstrual, el embarazo,
el puerperio, la infertilidad, la menopausia y, a veces, la decisión
de no tener hijos. Estos acontecimientos causan fluctuaciones en
el estado de ánimo y en algunas mujeres incluye la depresión. Los
investigadores han confirmado que las hormonas afectan las substancias
químicas del cerebro que controlan las emociones y los estados de
ánimo. No se conoce hasta el momento, sin embargo, ningún mecanismo
biológico específico que explique la acción de las hormonas en este
proceso.
Muchas mujeres experimentan ciertos cambios físicos
y de comportamiento asociados con las distintas fases del ciclo
menstrual. En algunas mujeres, estos cambios son severos, ocurren
regularmente, e incluyen estados de depresión, irritabilidad, y
otros cambios emocionales y físicos. Estos cambios, conocidos como
síndrome premenstrual o trastorno disfórico premenstrual,
típicamente comienzan luego de la ovulación y gradualmente se intensifican
hasta que comienza la menstruación. Los científicos están explorando
cómo el ciclo de altas y bajas, en la concentración del estrógeno
y otras hormonas, pueden afectar los procesos químicos del cerebro
relacionados específicamente con los trastornos depresivos.10
Las fluctuaciones en el estado de ánimo durante
el puerperio pueden variar desde "bajas" pasajeras del estado
de ánimo que ocurren inmediatamente después del parto, hasta episodios
de depresión grave que se transforman en depresiones severas, discapacitantes
y psicóticas. Hay estudios que sugieren que las mujeres que experimentan
depresión grave luego del parto a menudo han tenido episodios previos
de depresión, aunque éstos pueden no haber sido diagnosticados y
la paciente no haber recibido tratamiento.
El embarazo (si es deseado) raramente
es un factor contribuyente a la depresión, y el aborto no parece
aumentar la incidencia de la depresión. Las mujeres que tienen problemas
de infertilidad pueden experimentar extrema ansiedad o tristeza,
pero no se ha determinado si esto contribuye al aumento de la incidencia
de la depresión. Además, la etapa de ser madre puede ser una de
alto riesgo para la depresión por el estrés y las exigencias que
conlleva.
La menopausia, en general, no representa
un aumento en el riesgo de la depresión. De hecho, hay estudios
que han demostrado que la depresión durante la menopausia, aunque
anteriormente se consideró como un trastorno específico, no es diferente
a la de otras edades. Las mujeres más propensas a sufrir de depresión
durante esta etapa son aquellas con un historial de episodios depresivos
previos.
4. Consideraciones culturales
En cuanto a la depresión en general, la tasa prevalente
de depresión entre las mujeres de origen africano e hispano sigue
siendo el doble de la de los hombres del mismo origen. Hay ciertos
factores, sin embargo, que indican que la depresión grave y la distimia
probablemente se diagnostican con menos frecuencia en las mujeres
afroamericanas y con un poco más frecuencia en las hispanas que
en las mujeres caucásicas. La información de prevalencia para otros
grupos raciales y étnicos no es definitiva.
Los síntomas se pueden presentar de manera distinta,
y esto puede influir el que se reconozca y diagnostique la depresión
en las minorías. Por ejemplo, los afroamericanos son más propensos
a quejarse de síntomas somáticos, como el cambio de apetito y los
malestares y dolores en el cuerpo.
Además, la manera en que las personas perciben los
síntomas de la depresión depende de su cultura. Tales factores deben
ser considerados al trabajar con mujeres de distintos orígenes étnicos.
5. Victimización
Hay estudios que demuestran que las mujeres que
fueron acosadas o maltratadas sexualmente en su niñez tienden más
a sufrir de depresión clínica en algún momento de su vida en comparación
con las que no tuvieron esa experiencia. Además, varios estudios
muestran una mayor incidencia de depresión entre las mujeres que
fueron violadas en la adolescencia o en la edad adulta. Estas observaciones
son muy importantes, ya que más mujeres que hombres han sido víctimas
del abuso sexual en la niñez. Las mujeres que han sido víctimas
de otras formas comunes de maltrato, como el maltrato físico o el
acoso sexual en el trabajo, pueden también tener una mayor incidencia
de depresión. El maltrato puede llevar a la depresión porque baja
la autoestima y causa tristeza, culpabilidad y aislamiento social.
Es posible que existan factores de riesgo para la depresión de tipo
biológico y ambiental, como la crianza en una familia disfuncional.
Se necesita más investigación para entender si la victimización
está específicamente ligada a la depresión.
6. Pobreza
Las mujeres y los niños representan el setenta y
cinco porciento de la población que vive en situación de pobreza
en los EE.UU. La pobreza trae consigo muchos factores de estrés
como el aislamiento, la incertidumbre, los acontecimientos negativos
frecuentes y el poco acceso a los recursos de ayuda. La tristeza
y la falta de entusiasmo son comunes entre las personas de ingresos
bajos y entre aquéllas que no tienen apoyo social. Pero las investigaciones
no han establecido todavía si la depresión es más prevalente entre
las personas que enfrentan estos factores ambientales de estrés.
7. La depresión en la tercera edad
Hace algún tiempo, se pensaba que las mujeres eran
particularmente susceptibles a la depresión cuando los hijos se
iban de la casa y ellas enfrentaban el "síndrome del nido vacío",
sintiendo una pérdida profunda de propósito e identidad. Sin embargo,
los estudios científicos no demuestran un aumento de depresión en
las mujeres en esta etapa de la vida.
Al igual que en los grupos más jóvenes, más mujeres
que hombres padecen de depresión en la vejez. Similarmente, en todas
las edades, el no estar casado (incluyendo la viudez) es un factor
de riesgo para la depresión. Lo más importante es que la depresión
no se debe considerar como una consecuencia normal de los problemas
físicos, sociales y económicos que se enfrentan en la tercera edad.
De hecho, hay estudios que muestran que la mayoría de las personas
adultas se sienten satisfechas con su vida.
Aproximadamente 800,000 personas quedan viudas cada
año. En su mayoría estas personas son mujeres de mayor edad, y presentan
un cuadro de síntomas depresivos bien variado. La mayoría no necesita
tratamiento, pero aquellas con tristeza moderada o severa parecen
mejorarse al asistir a grupos de apoyo o recibir otros tratamientos
psicosociales. Sin embargo, una tercera parte de las personas viudas,
sean hombres o mujeres, tienen un episodio de depresión grave en
el primer mes luego de la muerte del cónyuge, y la mitad de éstas
permanecen clínicamente deprimidas por un año. Estos trastornos
depresivos responden al tratamiento con antidepresivos, pero todavía
se está investigando cuándo es el mejor momento para comenzar la
terapia y cómo se deben combinar los medicamentos con tratamientos
psicosociales. 4,8
Existe el tratamiento para la depresión
Hasta la depresión grave responde muy bien al tratamiento.
De hecho, parte de la sensación de desamparo que acompaña la depresión
grave es pensar que la condición que uno tiene es "incurable". A
las personas que así piensen se les debe proporcionar la información
disponible sobre la eficacia de los tratamientos modernos de una
manera que se reconozca el escepticismo que sienten. Al igual que
con cualquier otra enfermedad, mientras más pronto se comienza el
tratamiento, más eficaz puede ser y es más alta la probabilidad
de prevenir recaídas graves. Claro está, el tratamiento no elimina
los inevitables factores de estrés de la vida, ni las altas y bajas.
Pero ayuda muchísimo a la capacidad de enfrentar esos desafiós y
logra que se disfrute más de la vida.
El primer paso en el tratamiento de la depresión
debe ser un examen físico completo para asegurarse que no existe
ninguna condición física que cause los síntomas depresivos. Ciertos
medicamentos tienen efectos secundarios que son iguales a los síntomas
de la depresión, por lo que se debe informar al médico sobre cualquier
medicamento que el paciente esté tomando. Si no se descubre causa
física alguna de la depresión, entonces el médico debe conducir
una evaluación psicológica o remitir el paciente a un profesional
de la salud mental.
Tratamientos para la depresión
Los tratamientos más comúnmente usados para la depresión
son los antidepresivos, la psicoterapia, o una combinación de ambos.
La naturaleza y severidad de la depresión, y hasta cierto punto
la preferencia individual, determinarán cuál de estas opciones de
tratamiento es la apropiada. Para la depresión leve o moderada,
uno o ambos de estos tratamientos pueden ser beneficiosos. Mientras
que para la depresión grave o discapacitante se recomienda como
primer paso el uso de medicamentos.3
En el tratamiento combinado, los medicamentos pueden aliviar los
síntomas rápidamente, mientras que la psicoterapia le enseña a la
persona maneras más eficaces de enfrentar los problemas.
1. Medicamentos
Existen varios tipos de antidepresivos que se usan
en el tratamiento de los trastornos depresivos. Entre estos se encuentran
medicamentos nuevos, principalmente los inhibidores selectivos de
la recaptación de serotonina (ISRS), los antidepresivos tricíclicos
y los inhibidores de la monoamina oxidasa (IMAO). Los ISRS y demás
medicamentos nuevos que afectan los neurotransmisores, como la dopamina
o noradrenalina, generalmente tienen menos efectos secundarios que
los antidepresivos tricíclicos. Cada uno toma distintas rutas químicas
al cerebro que están relacionadas con los estados de ánimo. Los
antidepresivos no son adictivos. Aunque algunas personas
se sienten mejor en las primeras semanas del tratamiento, los antidepresivos
tienen que tomarse con regularidad por al menos 4 semanas, en algunos
casos por 8, antes de que su efecto terapéutico sea completo. Para
ser eficaces y prevenir una recaída, los medicamentos tienen que
tomarse durante 6 a 12 meses, siguiendo cuidadosamente las instrucciones
del médico. La administración de medicamentos debe vigilarse de
cerca para asegurar que el paciente esté tomando la dosis más eficaz
y para minimizar los efectos secundarios. En el caso de las personas
que han tenido ya varios episodios de depresión, la manera más eficaz
de prevenirlos es mediante tratamiento con antidepresivos a largo
plazo.
El médico que receta el medicamento le dará al paciente
la información sobre los posibles efectos secundarios y, en el caso
de los IMAO, sobre las restricciones de la dieta y de otros medicamentos.
Además, hay que tomar en cuenta cualquier otro medicamento recetado
o de venta libre, o suplementos alimentarios que el paciente esté
tomando, porque algunos de estos pueden causar una reacción negativa
al tomarse juntos con un antidepresivo. También pueden haber restricciones
durante el embarazo.
Para el trastorno bipolar, el tratamiento preferido
por muchos años ha sido el litio. Este puede ser muy eficaz para
regular las fluctuaciones de ánimo que son típicas de este padecimiento.
Su uso debe ser cuidadosamente vigilado porque un pequeño cambio
puede tornar una dosis eficaz en una dosis tóxica. Sin embargo,
el litio no se debe usar si la persona tiene una enfermedad de la
tiroides o el hígado, si padece del corazón o si sufre de epilepsia.
Afortunadamente, se han encontrado otros medicamentos que ayudan
a controlar las fluctuaciones en el estado de ánimo. Entre estos
hay dos anticonvulsivantes que controlan el ánimo, la carbamacepina
(Tegretol®) y el ácido valproico (Depakote®).
Estos dos medicamentos han sido ampliamente aceptados en la práctica
clínica, y el ácido valproico ha sido aprobado por la Administración
de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. (FDA) como el principal
tratamiento de la manía aguda. Los médicos deben supervisar cuidadosamente
el tratamiento para niñas que toman ácido valproico, porque algunos
estudios indican que éste puede interferir con la función de las
hormonas en las adolescentes. Otros anticonvulsivantes que se usan
hoy en día son la lamotrigina (Lamictal®) y la gabapentina
(Neurontin®). Sus posiciones en la jerarquía de tratamientos
del trastorno bipolar siguen bajo estudio.
La mayoría de las personas que sufren del trastorno
bipolar toman más de un medicamento. Además del litio y/o un anticonvulsivante,
a menudo toman otro medicamento para aliviar los síntomas de agitación,
ansiedad, insomnio o depresión. Algunos estudios indican que cuando
un antidepresivo se toma sin tomar otro medicamento que estabilice
el estado de ánimo, se aumenta el riesgo de que se induzca un estado
de manía o de hipomanía. También hay un riesgo mayor de que la persona
desarrolle un trastorno bipolar de ciclo rápido. Es de vital importancia
para el paciente encontrar la mejor combinación posible de estos
medicamentos y esto requiere una vigilancia muy de cerca por parte
del médico.
2. Hierbas medicinales
En los últimos años, ha surgido un gran interés
en el uso de hierbas para el tratamiento de la depresión y la ansiedad.
La hierba de San Juan, o Corazoncillo (Hypericum perforatum)
es una hierba que se usa mucho como tratamiento para la depresión
leve o moderada en Europa y que recientemente ha llamado la atención
del público estadounidense. La planta, que es un pequeño y atractivo
arbusto de flores amarillas, se ha usado por muchos siglos en remedios
caseros y naturales. En Alemania actualmente se usa el Hypericum
más que cualquier otro antidepresivo en el tratamiento de la depresión.
Sin embargo, los estudios científicos que se han realizado sobre
su uso han sido a corto plazo y se han basado en un número de dosis
diferentes.
En respuesta al interés en la hierba de San Juan,
los Institutos Nacionales de la Salud de EE.UU. (NIH) están
conduciendo un estudio de 3 años, auspiciado por tres de sus miembros:
el Instituto Nacional de la Salud Mental, el Instituto Nacional
para la Medicina Complementaria y Alternativa, y la Oficina de Suplementos
Alimentarios. El diseño del estudio incluye a 336 pacientes con
depresión grave, asignados al azar a uno de tres tratamientos, los
cuales duran 8 semanas. Una tercera parte de los pacientes recibirá
una dosis fija de la hierba de San Juan, una tercera parte tomará
un medicamento ISRS de uso común para la depresión, y la otra tercera
parte tomará un placebo (una pastilla de aspecto exactamente igual
a la de ISRS y la de la hierba, pero sin ingrediente activo alguno).
Se les dará seguimiento adicional por 18 semanas a los participantes
que muestren mejoría. Al concluir el estudio de 3 años, se analizarán
y publicarán los resultados.
La FDA emitió un Aviso de Salud Pública el 10 de
febrero de 2000. En éste, indicó que la hierba de San Juan parece
tener efecto sobre una vía metabólica que utilizan muchos fármacos
recetados para el tratamiento de condiciones tales como enfermedades
del corazón, depresión, convulsiones, algunos tipos de cáncer y
el rechazo de trasplantes. Por lo tanto, los proveedores de servicios
de salud (médicos, farmacéuticos) deben advertir a sus pacientes
sobre esta posible interacción entre medicamentos. Antes de tomar
cualquier complemento de hierbas, los pacientes deben consultar
con su médico o proveedor de servicios de salud.
3. Psicoterapia
La psicoterapia es otra opción disponible de tratamiento
en los casos de depresión leve a moderada. Las terapias a corto
plazo (de 10 a 20 semanas) han sido muy eficaces para tratar varios
tipos de depresión. Las terapias de "conversación" ayudan a los
pacientes a entender y aprender a resolver sus problemas mediante
una charla con el terapeuta. Las terapias de "conducta" enseñan
a los pacientes nuevos comportamientos para llevar una vida mejor
y les ayudan a "desaprender" patrones de conducta dañinos. La investigación
ha mostrado que dos psicoterapias a corto plazo, la interpersonal
y la cognitiva-conductual, son útiles para algunas formas de depresión.
La terapia interpersonal se enfoca en cambiar las relaciones interpersonales
que causan o intensifican la depresión. La terapia cognitiva-conductual
se concentra en cambiar los patrones negativos de pensamiento y
la reacción o comportamiento que pueden contribuir a la depresión.
4. Terapia electroconvulsivante
La terapia electroconvulsivante (TEC o "Electro-shock")
es útil para las personas cuya depresión es severa o ha llegado
a un punto en que su vida peligra, o para aquellas personas que
no pueden tomar antidepresivos.3
Esto se aplica en particular para las personas clasificadas como
suicidas, con agitación severa, pensamientos psicóticos, pérdida
excesiva de peso o físicamente débiles como resultado de una condición
física. A través de los años, la TEC ha mejorado mucho. Antes del
tratamiento, que se administra bajo anestesia de corta duración,
el paciente recibe una dosis de relajante muscular. Se colocan electrodos
en puntos específicos de la cabeza y éstos emiten impulsos eléctricos.
Este estímulo causa un episodio convulsivo breve (aproximadamente
30 segundos) en el cerebro. El paciente no percibe el estímulo eléctrico
de manera consciente. Para que la TEC rinda el máximo beneficio
terapéutico se requieren varias sesiones, usualmente programadas
a razón de tres por semana.
5. Tratamientos para la depresión recurrente
La depresión puede regresar, aunque el tratamiento
haya sido exitoso. Los estudios indican que cuando esto ocurre,
hay ciertas estrategias muy útiles. A menudo se puede evitar un
nuevo episodio depresivo cuando se continúa el antidepresivo en
la misma dosis que detuvo con éxito el episodio anterior. Para aquellos
pacientes que no toman medicamento, la psicoterapia interpersonal
una vez al mes puede alargar los periodos entre episodios depresivos.
El camino a la cura
Para poder disfrutar de los beneficios del tratamiento,
hay que primero reconocer las señales de la depresión. El próximo
paso es ser evaluado por un profesional capacitado. Aunque la depresión
puede ser diagnosticada y tratada por médicos de cabecera, a menudo
éstos remiten el paciente a un psiquiatra, psicólogo, trabajador
social clínico, u otro profesional de la salud mental. El tratamiento
es un trabajo de equipo entre el paciente y el proveedor de servicios
de salud. La mujer que toma decisiones basándose en la información
al día, conoce las opciones disponibles de tratamiento y habla de
sus inquietudes con el médico.
Si no se ven resultados positivos luego de 2 a 3
meses de tratamiento, o si los síntomas se intensifican, hable con
su médico para cambiar la estrategia de tratamiento. Puede también
ser necesaria la opinión de otro profesional de la salud o salud
mental.
Una vez más, he aquí el camino a la cura:
- Compare sus síntomas con los que aparecen en
la lista de la página anterior.
- Hable con un profesional de la salud o de la
salud mental.
- Seleccione el profesional de tratamiento y la
estrategia de tratamiento con que mejor se sienta.
- Dé por sentado que usted es parte esencial del
proceso y tome decisiones sobre su tratamiento siempre basándose
en la información al día.
- Si no se siente cómoda o satisfecha al cabo de
2 ó 3 meses, hable con su médico. Él puede recomendarle un tratamiento
diferente o adicional.
- Si le vuelve a dar depresión, recuerde lo que
ya sabe sobre cómo sobrellevarla y no dude en buscar ayuda de
nuevo. De hecho, cuanto más pronto comience a recibir tratamiento,
menos durará el episodio.
La depresión le hace sentirse fatigada, como que
no vale nada, desamparada y sin esperanza. Algunas personas cuando
se sienten así quieren darse por vencidas. Es importante que sepa
que estos sentimientos negativos son parte de la depresión y se
irán a medida que vaya surtiendo efecto el tratamiento.
Además del tratamiento profesional, hay otras cosas
que puede hacer para sentirse mejor. Para algunas personas, participar
en grupos de apoyo es muy útil. Asimismo, le puede ser de gran ayuda
pasar tiempo con otras personas y participar en actividades que
le hagan sentirse bien, como ejercicios sencillos o yoga. No se
exija demasiado al principio. Sentirse mejor toma tiempo.
Dónde buscar ayuda
Si no sabe dónde ir para obtener ayuda, pida ayuda
a su médico, ginecólogo, o ambulatorio. En momentos de crisis, el
médico de la sala de emergencia del hospital puede darle ayuda a
corto plazo para un problema emocional y le puede decir dónde y
cómo obtener ayuda adicional.
La lista a continuación muestra las personas y lugares
en los que puede obtener o ser referido a servicios de diagnóstico
y tratamiento.
- Médico de familia
- Especialistas en salud mental tales como psiquiatras,
psicólogos, trabajadores sociales, o consejeros de salud mental
- Servicios de atención médica administrada (HMO)
- Centros comunitarios de salud mental
- Departamentos y clínicas para pacientes de consulta
externa de psiquiatría en el hospital
- Programas afiliados a universidades o facultades
de medicina
- Clínicas para pacientes de consulta externa de
hospitales estatales
- Agencias de servicio social o servicio a la familia
- Clínicas privadas
- Programas de ayuda al empleado
- Asociaciones locales de medicina y/o psiquiatría
Mifarmacia.es. Departamento
de contenidos
Adolfo Garcia de Tiedra.
Farmacéutico Comunitario.
21 de septiembre de 2002
Artículo
basado en estudios del Center for Diease Control de Atlanta (EEUU)
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