Se calcula que en torno a 9 millones de personas
se mueven anualmente entre Europa y los países del Tercer Mundo.
Es de suponer que este número aumente por diversas razones como
la inmigración,
el incremento de la actividad comercial con los países del Tercer
Mundo y en vías de desarrollo, la moda del turismo a lugares exóticos,
o los movimientos de voluntarios y ONGs.
Por esta razón no es de extrañar que la medicina
del viajero haya ido adquiriendo tal importancia que en 1991, se
fundase la Sociedad Internacional de Medicina del Viajero (ISTM,
Atlanta).
La cifra más elevada de personas que busca información
sanitaria previa a un viaje son sin duda los turistas. Sin embargo
este grupo comprende colectivos con diversos riesgos sanitarios.
Nos encontramos desde los que siguen rutas turísticas bien establecidas
a los que se apuntan a la moda, cada vez más difundida, de los deportes
y el turismo de aventura. Por otro lado, el estado de salud del
turista también va a influir en la susceptibilidad a ciertas enfermedades,
o a la capacidad de tolerar determinados fármaco utilizados en la
profilaxis de algunas enfermedades que pueden afectar al viajero.
Por todo esto, mientras se está organizando un
viaje ha de tenerse en cuenta varios factores para asegurarnos no
correr ningún riesgo sanitario. El primero de ellos, sin duda, es
el país al que se viaja.
Muchos países, y no sólo del Tercer Mundo, son
zonas endémicas de diversas enfermedades. Es necesario averiguar
cual es el estado sanitario del destino al que se viaje, las vacunas
que son obligatorias y si es aconsejable algún tipo de profilaxis.
Por otro lado, y dada la posibilidad de aparición de brotes epidémicos
de diversas enfermedades, es necesario que esta información sea
lo más actualizada posible. Toda esta información puede conseguirse
con facilidad en los Centros de Vacunación Internacional
presentes en todas las comunidades autónomas, seleccione su comunidad
de residencia para poder contactar con ellos:
Un segundo aspecto a tener en cuenta antes de iniciar
el viaje, es la duración del mismo y el itinerario a seguir. Las
ciudades y zonas urbanizadas, pertenecientes normalmente a los circuitos
turísticos habituales, presentan menos riesgo que las zonas rurales
que pueden ser el destino de los viajes de aventura o profesionales.
Incluso los medios de transporte que se prevea utilizar (bicicleta,
caballo u otras monturas) pueden incrementar el riesgo de contraer
alguna enfermedad. Los largos viajes en avión pueden inducir la
aparición del "síndrome de la clase turista" (formación de pequeños
coágulos o trombos por la inmovilización de las piernas, que si
llegan al pulmón pueden causar una trombosis pulmonar mortal)
En tercer lugar no podemos olvidar las enfermedades
que pueda padecer el viajero. Estas pueden exacerbarse, o suponer
un factor de riesgo añadido para contraer otras enfermedades. A
continuación, citamos algunas patologías que debe tenerse
en cuenta antes de iniciar un viaje:
Alergias o intolerancias a fármacos o a alimentos.
(alérgica a penicilinas, intolerancia a la lactosa). Consumo de
drogas (alcohol, cocaína, drogas de síntesis...)
Embarazo o intención en los 2 ó 3 meses posteriores
al viaje.
Epilepsia.
Hipertensión y/o patologías cardíacas.
Infección o tratamiento con antibióticos.
Inmunodepresión
Insomnio frecuente
Menstruación irregular
Migrañas
Psoriasis.
Trastornos del estado de ánimo (ansiedad, depresión,
estrés...)
Úlcera.
Vértigos.
El viajero que sufra alguna de estas enfermedades
debería consultar con su médico las medidas más adecuadas para prevenir
recaídas o complicaciones. Por supuesto, los pacientes que estén
en tratamiento con medicación crónica deberán llevarla en su "botiquín
de viaje". En casi todo el mundo es necesaria la receta de un médico
local para conseguir medicación, aparte de los problemas de suministros
que suelen producirse en muchos países en vías de desarrollo o del
tercer mundo. Tampoco debe olvidar las recetas o un informe médico
para justificar el uso de esos medicamentos para evitar problemas
en las aduanas.
Por otro lado, también es aconsejable completar
el "botiquín de viaje" con diversos medicamentos y material de cura.
La composición de ese botiquín debe variar según el lugar de destino
y el
tipo de viaje. Pero sobretodo con los conocimientos y la capacidad
del viajero para utilizarlo. Debe evitarse medicación de uso complejo
o indicaciones poco claras, si quien las va a utilizar carece de
conocimientos y experiencia para emplearlas. Es necesario recordar
que los medicamentos mal utilizados pueden causar graves problemas.
De forma orientativa, incluimos algunos de los posibles componentes
de un botiquín de viaje. También es recomendable tenerlo repartido
en dos para evitar robos o perdidas:
moníaco para uso local (picaduras de insectos)
Analgésicos y antipiréticos (paracetamol (indicado
en las zonas endémicas de dengue)
Antidiarreicos (rehidratación oral)
Antihistáminicos
Antipalúdicos
Crema para quemaduras (sulfadiacina argéntica)
Desinfectante de uso externo para la piel (povidona
iodada, clorhexidina, alcohol 70º)
Guantes estériles
Material general de curas (gasas estériles, tiritas,
tijeras, algodón, pinzas, esparadrapo)
Medicación crónica de cada viajero (con recetas
por posibles problemas de aduanas)
Medicamentos para el jet-lag(*)
Medicamentos para el mal de altura (acetazolamida)
Protección sexual (preservativos)
Protectores solares
Repelentes de insectos
Termómetro clínico Utensilios para la higiene
personal (compresas, toallitas húmedas...)
(*) Jet-Lag son las alteraciones en los ritmos
de sueño-vigilia en los viajes transmeridionales (aquellos que se
realizan entre zonas con horarios diferentes). Puede tratarse con
sicótropos (benzodiacepinas), pero son medicamento para los que
es imprescindible receta médica y con los que puede haber problemas
en las aduanas de algunos países.
Por supuesto que todos estos preparativos deben
de completarse con una serie de precauciones higienico-sanitarias
durante el viaje. Resumimos algunas medidas básicas para Mantener
una buena higiene general y personal:
avarse las manos antes de las comidas y los dientes
con agua mineral si se sospecha que la del grifo no ofrece garantías.
Evitar alimentos crudos (ensaladas, macedonias,
frutas peladas), los helados, los cubitos de hielo, y los productos
lácteos no envasados.
Evitar las picaduras de mosquitos u otros insectos
(protección con ropa y calzado, repelentes de insectos, mosquiteras
Evitar limpiar las lentillas con agua de grifo (llevar la correspondiente
reserva de líquido de limpieza)
Usar sombreros, gafas de sol y cremas protectoras.
Por último, es recomendable saber si el país de
destino ofrece cobertura sanitaria a los españoles. Actualmente
existen acuerdos firmados con la Comunidad Europea, varios países
de hispanoamérica y de África. Para poder disfrutar de esta cobertura
es necesario cursar primero el impreso E111 que debe estar disponible
en los Centros de INSALUD.
BIBLIOGRAFIA
OMS. International Travel and Health. Vaccination
Requirements and Health Advice. Geneva: WHO, 1999.
Corachán M. Salud y viajes. Manual de consejos prácticos. Barcelona:
Masson-Salvat, 1993. Caumes Eric. Health and travel, 2.ª ed. Lyon:
Pasteur Merieux, 1999.